El Barça confía en una de sus leyendas para revertir una situación enquistada desde hace prácticamente una década.
La vuelta de Xavi Pascual al Barça es un cuento de hadas para muchos. Tras varias intentonas, el último técnico que dirigió al club al trono europeo vuelve. Lo hace con el objetivo de volver a hacer historia, y de devolver a la sección al lugar que se merece. Pero antes de romantizar los acontecimientos hay que pararse a ver la realidad.
Pascual sabe mejor que nadie dónde se mete. Sabe lo que significa el Barça. Y también que este Barça no es el que conoció. Su marcha provocó ya no solo el fin de una época dorada para la sección, si no un larga travesía por el desierto que, a excepción de la etapa Jasikevicius, ha generado un sufrimiento constante a la afición. Pascual vuelve siendo consciente de ello, y seguramente escuchando más al corazón que a la cabeza. Con comprobar que el club no ha podido garantizar ninguna de sus exigencias queda más que probado.

Esto no deja de ser la punta del iceberg. Qué le depara el futuro próximo a Pascual es una incógnita, pero tomando en cuenta el trato a Joan Peñarroya, cualquier cosa es factible en el club. Sí, el último técnico del Barça no era ni una institución del club ni una leyenda blaugrana. Aún así, el trato por parte de la directiva al de Terrassa ha sido, como mínimo, cuestionable. Muchos han sido los errores deportivos de Peñarroya, pero querer culpar de todo a alguien que ha tenido a este Barça a una sola canasta de estar en la Final Four resulta incomprensible. En cualquier club las cosas van mucho más allá del banquillo. Y aquí resulta evidente.
En los últimos tiempos la gente del Palau ha tenido que aguantar situaciones indignas para un club de la grandeza del Barça. Desde las 9 derrotas consecutivas ante el Real Madrid hasta verse excluidos en su propia casa, con aficionados visitantes ocupando las gradas como si fuera lo más normal. Sin olvidar la mermada capacidad económica del club. Esto ya no es una cuestión meramente deportiva. Pascual puede cambiar las cosas hasta cierto punto, pero si no hay una intención manifiesta del club en volverse a tomar en serio a sí mismo el legado no bastará.

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