El Barça Atlètic levanta un 4-2 en contra en un partido caótico y lleno de errores, carácter y fe ante un Atlético Baleares que dejó escapar una victoria que parecía segura
El fútbol volvió a demostrar por qué es imprevisible e injusto a partes iguales. El Estadi Balear fue testigo de un partido absolutamente descontrolado, de esos que desafían cualquier lógica y que quedan grabados en la memoria colectiva. El Atlético Baleares, sólido, intenso y eficaz durante muchos tramos del encuentro, llegó a dominar con autoridad y a verse con el triunfo en la mano. Pero enfrente tuvo a un Barça Atlètic joven, golpeado por las bajas, superado durante buena parte del choque y, aun así, incapaz de rendirse. Cuando todo parecía perdido, el filial azulgrana sacó orgullo, carácter y una fe inquebrantable para firmar un empate 4-4 que sabe a gesta, a punto de inflexión y a aviso para navegantes: este equipo puede caer, pero no se entrega nunca.
En una mañana fría en Palma de Mallorca, el Estadi Balear se transformó en el escenario de uno de esos duelos que definen el carácter de un equipo. El choque entre el tercer clasificado local y un Barça Atlètic con muchas bajas prometía intensidad, pero lo que nadie esperaba fue un partido con ocho goles, una remontada épica y drama hasta el último minuto.
Un primer tiempo para el recuerdo… de los locales

El Barça Atlètic salió al campo con muchas ausencias, lo que pronto se notó en su organización defensiva. Apenas iniciado el encuentro, un penalti señalado en el minuto 2 por una discutida entrada puso al Atlético Baleares por delante desde los once metros (1-0). Los locales aprovecharon la inercia. Apenas ocho minutos después, una acción colectiva terminó en el segundo gol de la mañana, y los azulgranas comenzaron a tambalearse. El tercero no tardó en llegar cuando un error en la salida de balón de Kochen fue capitalizado por Jaume Tovar para poner el marcador en 3-0 antes del minuto 20. La grada celebraba, el filial parecía sin respuesta y el descanso se aproximaba con un resultado que muchos ya daban por sentenciado.
Cambio de guion tras el descanso
La segunda mitad fue otra historia. Como si hubiesen pulsado un interruptor, los jugadores jóvenes del Barça Atlètic saltaron al campo con otra actitud: más agresivos, mejor posicionados y con convicción ofensiva.
El gol de Dani Rodríguez (50’) encendió la chispa (3-1), y con el paso de los minutos el filial empezó a creer de verdad. El segundo tanto culé, obra de Juan Hernández (68’) tras un córner bien ejecutado, colocó el 3-2 en el electrónico y acercó el fantasma de la remontada.
Aunque parecía que el Atlético Baleares había vuelto a tomar aire con un 4-2 (76’) tras una rápida transición, el Barça Atlètic ya había aprendido a no rendirse.
Fe, goles y un final de infarto
Con el marcador volviendo a ajustarse, Mbacke (86’) recortó distancias con un disparo potente que revivió la esperanza (4-3). La tensión llegó a su punto máximo en el minuto 90, cuando Aziz culminó la remontada con un gol crucial para el 4-4 tras una jugada colectiva.
Y aún no había acabado: en el descuento, Walton tuvo la victoria en sus botas, solo ante el portero, pero su disparo se marchó fuera y dejó al filial sin el triunfo, aunque con un punto heroico que sabe a gloria.
Lo que comenzó como una mañana gris para el Barça Atlètic se convirtió en un acto de fe futbolística. Levantar un 3-0 adverso, empatar un partido loco y casi ganarlo en el 95’ habla de la actitud y la resiliencia de un grupo joven con hambre de éxitos.
Para el Atlético Baleares, el empate es tan amargo como valioso: dominar tres cuartas partes del partido, llegar a tener una ventaja tan amplia y ver cómo se te escapa en los últimos minutos deja un sabor agridulce en su afición.
Un empate que despide el año con emoción, goles y muchas lecciones para ambos equipos.

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