Todavía con el recuerdo de los dos últimos Clásicos donde el Barça fue muy superior a los blancos, los azulgrana pretenden levantar la Copa del Rey ante el eterno rival, después de hacerlo en la Supercopa de España.
No hay un partido en el mundo que sea más mediático que el que mide a los dos grandes del fútbol español. Si además de eso, dicho duelo supone una final por un título, la receta es exquisita para cualquier aficionado. Sin embargo, es posible que para un seguidor del Real Madrid hubiese sido mejor no verse las caras frente a un FC Barcelona que parece intratable este curso. Los números no engañan; los culés encabezan la clasificación en LaLiga, se encuentran en las semifinales de Champions y disputarán la final copera.
Una tendencia que invita a soñar con el triplete, mientras que los madridistas se aferran a ganar en Montjuïc y esperar otro tropiezo blaugrana en el campeonato doméstico. Por no hablar de la crisis entorno a la figura de su entrenador y de una plantilla que bajó los brazos en Europa. Nada que ver con un Hansi Flick muy cerca de renovar, ídolo del barcelonismo e incluso de un vestuario que se encarga de cuidar y mimar.
Vasos comunicantes
Bien es cierto que ambos colegas rotaron con éxito y depositaron su confianza en los menos habituales en la pasada jornada liguera, pero las sensaciones son muy dispares. Ancelotti se encuentra en la cuerda floja, Mbappé en el punto de mira y Vinicius pitado por su propio estadio. Lejos de otro brasileño que oposita al Balón de Oro como Raphinha o un Lamine Yamal que sí se ha echado el equipo a la espalda. Incluso Pedri parece dispuesto a honrar a Iniesta y Xavi. Cabe recordar que con el egarense en el banquillo se aludió a la famosa «nueva era» en boca de Araújo.

Dos visionarios que con el paso del tiempo quizá no estaban tan equivocados. Puede que la historia deparara para el FC Barcelona un destino cruel después de aquella Supercopa de España. Pero la última sí que viajó de Arabia a la Ciudad Condal. Al igual que entonces, el resultado abultado quizá fuese lo de menos. Lo importante es que el juego desplegado emulaba a la generación del sextete. Pero si además se firma una manita y se logra un global de 9-2 favorable en los dos clásicos de la temporada…la superioridad es innegable.
Evidentemente, la confianza está por las nubes dentro de un conjunto donde todos quieren sumar y le ponen las cosas difíciles al técnico germano. Un míster que recuperó la mejor versión de: Frenkie De Jong, Lewandowski, Balde, etc. Y aunque los dos últimos no puedan estar en La Cartuja por lesión, Ferran Torres oposita al máximo goleador de la Copa del Rey y Gerard Martín descansó contra el Mallorca. Cualquier detalle parece atado para Sevilla, donde la única duda será en la mediapunta que se repartirán entre: Fermín, Olmo o Gavi…bendito dilema.
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