La victoria en la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid fue una muestra más de que el equipo no se rinde ante cualquier adversidad. Las remontadas en los últimos minutos o el saber sufrir para resistir son señas que Flick ha instaurado en el vestuario.
Cuando se hace referencia a la plantilla del Barça y a los nombres que la componen, cualquiera se da cuenta que la base de La Masía es la que sostiene todo el bloque. Los jóvenes son los cimientos de una obra que Hansi Flick ha convertido en magistral. El arquitecto germano ha utilizado esos pilares de puro sentimiento culé y los ha culminado con futbolistas monumentales como Lewandowski, Raphinha, Koundé, etc. Una construcción sólida a la vez que elegante y delicada con Pedri o Lamine Yamal. Una fortificación asentada y bien conservada como Iñigo Martínez donde los aprendices y peones son prácticamente jefes como: Gavi, Fermín, Cubarsí…
Una estructura casi irreductible tal y como ha demostrado este curso, en el que ha aguantado varias embestidas. Un edificio demasiado alto para que Bayern de Múnich, Real Madrid, Borussia Dortmund, Benfica o Atlético de Madrid logren escalarlo. Una montaña mágica, anteriormente perica, a la que ya cualquier aficionado blaugrana sube ansioso y encantado, olvidándose de la cuesta. Porque más les cuesta a los rivales el saber que lo más fácil es que bajen de Montjuïc cuesta abajo.
Una máquina bien engrasada que arrasa por donde va y antes no lo hacía, como en Da Luz, Santiago Bernabéu, Signal Iduna Park, etc. Todo un gigante renacido que ya no duda ni teme al transatlántico muniqués como antaño. Y es que el Barça ha vuelto a ser ese rascacielos europeo que opta a todo y asusta a las potencias petroleras como el PSG. Ha recuperado el cartel de critptonita merengue y está cerca de levantar LaLiga, después de alzar la Copa del Rey.
La obra maestra
Pero no es suficiente. La esperanza a repetir triplete es una tentación demasiado grande como para no intentarlo. Un objetivo ambicioso, pero característico de un séquito de soñadores insaciables. Trabajadores arropados por un jefe ganador que confía en sus pupilos por igual. De ahí las horas y el esfuerzo extra que arrasó a su paso al Celta, Real Madrid, Mallorca, Leganés y sabe sufrir en Champions.
Un proyecto que le hace frente al calendario con sacrificio y pundonor de todos sus componentes para cambiar la reciente historia. Una historia en la que el Inter de Mourinho o Inzaghi castigó al Barça, pero de buen seguro que los italianos ya estarán preocupados antes de subirse rumbo a la Ciudad Condal.
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