Este lunes 5 de agosto se cumplen cuatro años de uno de los días más dolorosos en la historia reciente del FC Barcelona. Aquel jueves de 2021, el club anunciaba oficialmente la salida de Leo Messi, el futbolista más importante que ha vestido jamás la camiseta azulgrana.
Una despedida inesperada
Tras varias semanas de negociaciones, y con la renovación aparentemente encaminada, el Barça sorprendió con un comunicado oficial: «Leo Messi no continuará vinculado al FC Barcelona». El motivo, según explicó el club, fue la imposibilidad de inscribir su nuevo contrato dentro de los límites salariales de LaLiga. La imagen de Messi, entre lágrimas en el Auditori 1899, quedó grabada para siempre en la memoria colectiva del club.
Una etapa irrepetible
Con la marcha del argentino, el Barça cerraba una era dorada. Messi dejó el club tras 21 años, desde que llegara en 2000 siendo un niño procedente de Rosario. Durante ese tiempo, lo ganó todo: 35 títulos, 672 goles y cientos de momentos imborrables. Fue el alma del equipo, el emblema de un estilo, el referente de una filosofía que asombró al mundo.
Un vacío que aún pesa
Desde su salida, el Barça ha vivido una etapa de reconstrucción, tanto a nivel deportivo como institucional. La sombra de Messi sigue presente, porque ningún jugador ha sido capaz aún de llenar el vacío que dejó el ‘10’. Aunque se ha pasado página en lo deportivo, la herida emocional de su marcha aún no ha cicatrizado del todo.
Lamine, la nueva esperanza
Sin embargo, en medio de ese proceso, una nueva estrella ha devuelto la ilusión al barcelonismo. Con solo 18 años, Lamine Yamal se ha convertido en el símbolo de un nuevo comienzo, deslumbrando por su talento, desparpajo y compromiso con la camiseta. Su irrupción ha despertado una conexión especial con la afición, que ve en él un rayo de esperanza para revivir la magia que un día encarnó Leo.
El recuerdo eterno del ’10’
Cada aniversario de su despedida es un momento para recordar todo lo que dio al club. Porque Messi no fue solo el mejor futbolista del Barça, sino también uno de los mayores símbolo de su historia. Y aunque ya no esté sobre el césped del Camp Nou, su legado permanece vivo en cada rincón del barcelonismo.
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